lunes, 3 de septiembre de 2012

El retiro de Mamá Kim

NUEVA YORK -- "Ya estoy grande para el juego que quiero desplegar físicamente. Ya le hice pasar por demasiado a mi cuerpo". Estas palabras son un fiel reflejo de lo que vivió Kim Clijsters dentro de las canchas y el porqué de su decisión, una vez más, de dejar la actividad. Esta vez, con 29 años, la definitiva según dice ella. Y está bien que su adiós sea en el US Open 2012, donde festejó en tres ocasiones y en el que lleva 21 victorias en cadena. Sí, como debía ser. Justo donde ella se sintió más cómoda. Un lindo condimento extra para este Abierto de los Estados Unidos, que comenzará este lunes y en el que debutará ante la local Victoria Dubal (WC).
La decisión de Clijsters, es cierto, lleva cocinándose hace tiempo. Es más, la propia belga lo había anunciado hace algunos meses y lo confirmó esta semana, en la previa de lo que será su último torneo. Mucho tuvo que ver, claro, la cuestión física que rodeó su juego en estos 12 meses. Por ejemplo, en 2012 sufrió cuatro lesiones: dos en la cadera, una en un tobillo y un dolor abdominal. Y el final del 2011 no había sido mejor, con un único certamen (en Toronto) en la segunda parte del año. Todo esto justo cuando había vuelto a la cúspide del ránking de la WTA suplantando por una semana a la danesa Caroline Wozkiacki luego de un arranque de año estupendo, que contó con la coronación en el Australian Open inclusive.
Vale decir que la altura entre las mujeres no era un terreno desconocido para Clijsters. Más allá de sus esporádicos pasos, ya había estado en el número uno del mundo en otras dos ocasiones en el pasado, en 2003 por 12 semanas (interrumpidas y siendo la primera en hacerlo sin haber ganado un Grand Slam) y en 2006 por otras siete semanas, tras superar una lesión en 2005 (terminó el 2004 con 20 victorias y dos derrotas) y saltar de fuera del Top 100 (134°) al 1° dejando una huella en los libros. Las distancias -entre la primera y la última vez hubo ocho años de diferencia- no es un capricho, sino una marca de lo que fue su carrera, con idas y vueltas por varias lesiones y un adiós temporal al tenis por un año y medio para dedicarse a su familia. Se casó, tuvo una hija y volvió en marzo de 2009. ¡Y cómo retornó!
Su reingreso a las canchas se dio en una exhibición en mayo de 2009 para inaugurar el nuevo techo de Wimbledon. Jugó un set ante Steffi Graf y compartió un dobles junto a Andre Agassi y Tim Henman. Y le picó el bichito de la vuelta. Se preparó a consciencia y su debut fue con mucho ruido: victoria ante la francesa Marion Bartoli, 13° de la WTA, en Cincinnati. También venció a Svetlana Kuznetsova (6°); y una semana después, en Toronto, derrotó a Victoria Azarenka (9°). Fueron señales que se terminarían rubricando en el US Open: triunfos ante las hermanas Venus y Serena Williams y frente a Caroline Wozniacki en la final para un título que quedará en la historia por ser la primera en ganar el Abierto de los Estados Unidos tras recibir un wild card.
Por eso es especial también que la última aparición de Clijsters sea en el US Open, donde lleva 27 victorias en 28 partidos (perdió la final del 2003 ante Justine Henin) y cuenta con una racha de 21 triunfos (títulos de 2005, 2009 y 2010; no jugó 2006, 2007 ni 2008), sólo superada por los 31 festejos de Chris Evert entre 1975 y 1979. Allí también fue donde ganó su primer Major, siendo el 1° en la Era Abierta para un belga, y donde en 1999 había dado un aviso llevando a tres sets (y tenerla en jaque, con un parcial de 5-3 en la manga decisiva) a Serena Williams, quien luego se quedaría con la corona. Ese año, su primero en el circuito de la WTA, ya dejaba destellos con un título (Luxemburgo) y meterse dentro de las 50 mejores.
Su aguerrido juego, con una potente derecha, un sólido revés y con una destreza impresionante para la defensa, daba sus primeros frutos. Todo lo que se proyectaba desde juniors en su país junto a Justine Henin, con quien tuvo una relación tirante en varios pasajes de su carrera, se hacía realidad. Las condiciones genéticas, tal como alguna vez deslizó ella, por ser hija de un exjugador de fútbol -del que sacó la potencia en sus piernas- y de una excampeona de gimnasia -de la que adquirió la elasticidad-, le dieron un plus a esta joven blonda nacida en Bilzen, quien en los primeros años también hizo algo de ruido mediático por su noviazgo con el australiano Lleyton Hewitt. Y enorme también fuera de la cancha. Fiel reflejo de eso es haber ganado en tres ocasiones en premio Player Service de la WTA, que reconoce a la que más aportes ha hecho a sus colegas desde el Consejo de jugadoras, y haber obtenido siete veces el galardón Sportsmanship Award de la WTA, en alusión a su profesionalismo, actitud y fair play.
Volviendo a sus primeros pasos, las victorias ante tenistas tops (Kournikova, Martínez, Tauziat, Sánchez Vicario, Hingis, etc) se fueron sucediendo una tras otra, así como su escalada en el ranking. Ingresó al Top 10 en 2001 con la final de Roland Garros, donde pierde ante Jennifer Capriati por 12-10 en el tercer set. Sin embargo su gran impacto se daría en la inolvidable temporada 2003, donde jugó la escalofriante suma de 154 partidos entre singles y dobles. Todo un hito, siendo la primera en ganar 90 duelos en individuales (90-12) desde Martina Navratilova en 1982 y con 52 partidos en dobles (47-5). Como broche, fue N°1 en singles y dobles a la vez, algo sólo logrado por otras cinco tenistas: Navratilova, Arantxa Sánchez Vicario, Martin Hingis, Lindsay Davenport y Serena Williams.
Ahora, 14 años después de sus primeras patinadas en las cuatro superficies, tal como hoy lo hace Novak Djokovic, Kim Clijsters decide colgar la raqueta. Y lo hace sin reprocharse nada, con una carrera llena de éxitos y tomando decisiones personales por sobre las deportivas hasta el último día. No en vano su adiós será en Flushing Meadows, donde guarda sus mejores recuerdos. "El US Open siempre es una ocasión especial para mí y también lo será para terminar mi carrera. Seguro va a ser muy emocionante", no duda en decir la belga. Su derecha dominante y su estupendo juego de piernas, sin dudas, se va a extrañar en el Circuito.

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