NUEVA YORK -- "Ya estoy grande para el juego que quiero desplegar
físicamente. Ya le hice pasar por demasiado a mi cuerpo". Estas
palabras son un fiel reflejo de lo que vivió Kim Clijsters dentro de
las canchas y el porqué de su decisión, una vez más, de dejar la
actividad. Esta vez, con 29 años, la definitiva según dice ella. Y está
bien que su adiós sea en el US Open 2012, donde festejó en tres
ocasiones y en el que lleva 21 victorias en cadena. Sí, como debía ser.
Justo donde ella se sintió más cómoda. Un lindo condimento extra para
este Abierto de los Estados Unidos, que comenzará este lunes y en el
que debutará ante la local Victoria Dubal (WC).
La
decisión de Clijsters, es cierto, lleva cocinándose hace tiempo. Es
más, la propia belga lo había anunciado hace algunos meses y lo
confirmó esta semana, en la previa de lo que será su último torneo.
Mucho tuvo que ver, claro, la cuestión física que rodeó su juego en
estos 12 meses. Por ejemplo, en 2012 sufrió cuatro lesiones: dos en la
cadera, una en un tobillo y un dolor abdominal. Y el final del 2011 no
había sido mejor, con un único certamen (en Toronto) en la segunda
parte del año. Todo esto justo cuando había vuelto a la cúspide del
ránking de la WTA suplantando por una semana a la danesa Caroline
Wozkiacki luego de un arranque de año estupendo, que contó con la
coronación en el Australian Open inclusive.
Vale decir que
la altura entre las mujeres no era un terreno desconocido para
Clijsters. Más allá de sus esporádicos pasos, ya había estado en el
número uno del mundo en otras dos ocasiones en el pasado, en 2003 por
12 semanas (interrumpidas y siendo la primera en hacerlo sin haber
ganado un Grand Slam) y en 2006 por otras siete semanas, tras superar
una lesión en 2005 (terminó el 2004 con 20 victorias y dos derrotas) y
saltar de fuera del Top 100 (134°) al 1° dejando una huella en los
libros. Las distancias -entre la primera y la última vez hubo ocho años
de diferencia- no es un capricho, sino una marca de lo que fue su
carrera, con idas y vueltas por varias lesiones y un adiós temporal al
tenis por un año y medio para dedicarse a su familia. Se casó, tuvo una
hija y volvió en marzo de 2009. ¡Y cómo retornó!
Su reingreso a las canchas se dio en una exhibición en mayo de 2009
para inaugurar el nuevo techo de Wimbledon. Jugó un set ante Steffi
Graf y compartió un dobles junto a Andre Agassi y Tim Henman. Y le picó
el bichito de la vuelta. Se preparó a consciencia y su debut fue con
mucho ruido: victoria ante la francesa Marion Bartoli, 13° de la WTA,
en Cincinnati. También venció a Svetlana Kuznetsova (6°); y una semana
después, en Toronto, derrotó a Victoria Azarenka (9°). Fueron señales
que se terminarían rubricando en el US Open: triunfos ante las hermanas
Venus y Serena Williams y frente a Caroline Wozniacki en la final para
un título que quedará en la historia por ser la primera en ganar el
Abierto de los Estados Unidos tras recibir un wild card.
Por
eso es especial también que la última aparición de Clijsters sea en el
US Open, donde lleva 27 victorias en 28 partidos (perdió la final del
2003 ante Justine Henin) y cuenta con una racha de 21 triunfos (títulos
de 2005, 2009 y 2010; no jugó 2006, 2007 ni 2008), sólo superada por
los 31 festejos de Chris Evert entre 1975 y 1979. Allí también fue
donde ganó su primer Major, siendo el 1° en la Era Abierta para un
belga, y donde en 1999 había dado un aviso llevando a tres sets (y
tenerla en jaque, con un parcial de 5-3 en la manga decisiva) a Serena
Williams, quien luego se quedaría con la corona. Ese año, su primero en
el circuito de la WTA, ya dejaba destellos con un título (Luxemburgo) y
meterse dentro de las 50 mejores.
Su aguerrido juego, con
una potente derecha, un sólido revés y con una destreza impresionante
para la defensa, daba sus primeros frutos. Todo lo que se proyectaba
desde juniors en su país junto a Justine Henin, con quien tuvo una
relación tirante en varios pasajes de su carrera, se hacía realidad.
Las condiciones genéticas, tal como alguna vez deslizó ella, por ser
hija de un exjugador de fútbol -del que sacó la potencia en sus
piernas- y de una excampeona de gimnasia -de la que adquirió la
elasticidad-, le dieron un plus a esta joven blonda nacida en Bilzen,
quien en los primeros años también hizo algo de ruido mediático por su
noviazgo con el australiano Lleyton Hewitt. Y enorme también fuera de
la cancha. Fiel reflejo de eso es haber ganado en tres ocasiones en
premio Player Service de la WTA, que reconoce a la que más aportes ha
hecho a sus colegas desde el Consejo de jugadoras, y haber obtenido
siete veces el galardón Sportsmanship Award de la WTA, en alusión a su
profesionalismo, actitud y fair play.
Volviendo a sus
primeros pasos, las victorias ante tenistas tops (Kournikova, Martínez,
Tauziat, Sánchez Vicario, Hingis, etc) se fueron sucediendo una tras
otra, así como su escalada en el ranking. Ingresó al Top 10 en 2001 con
la final de Roland Garros, donde pierde ante Jennifer Capriati por
12-10 en el tercer set. Sin embargo su gran impacto se daría en la
inolvidable temporada 2003, donde jugó la escalofriante suma de 154
partidos entre singles y dobles. Todo un hito, siendo la primera en
ganar 90 duelos en individuales (90-12) desde Martina Navratilova en
1982 y con 52 partidos en dobles (47-5). Como broche, fue N°1 en
singles y dobles a la vez, algo sólo logrado por otras cinco tenistas:
Navratilova, Arantxa Sánchez Vicario, Martin Hingis, Lindsay Davenport
y Serena Williams.
Ahora, 14 años después de sus primeras
patinadas en las cuatro superficies, tal como hoy lo hace Novak
Djokovic, Kim Clijsters decide colgar la raqueta. Y lo hace sin
reprocharse nada, con una carrera llena de éxitos y tomando decisiones
personales por sobre las deportivas hasta el último día. No en vano su
adiós será en Flushing Meadows, donde guarda sus mejores recuerdos. "El
US Open siempre es una ocasión especial para mí y también lo será para
terminar mi carrera. Seguro va a ser muy emocionante", no duda en decir
la belga. Su derecha dominante y su estupendo juego de piernas, sin
dudas, se va a extrañar en el Circuito.
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