Lo cierto es que Toni es uno de los pilares del clan Nadal y uno de los responsables de que su sobrino haya conseguido lo que consiguió. Rigidez y disciplina fueron las claves, siempre con la complicidad de los padres. Claro, Sebastián supo la tristeza que le generó una derrota a su hijo cuando tenía 10 años, reprochándose a la vez unas felices vacaciones que había vivido. Todo lo bien que lo había pasado con amigos, no se compensaba con el mal trago de una derrota. Nunca más quiso volver a sentirse así. El mal humor del pequeño Rafael se hacía incontrolable hasta cuando perdía jugando a las cartas con su familia.
"El problema no es ser duro, sino que no les demuestres cariño cuando tienes que demostrarlo", explicaba Toni este miércoles en un hotel de Buenos Aires mientras aclaraba que el hoy cuarto en el ranking mundial no está descartado para el Masters de Londres. "No me molestaría que un entrenador de fútbol le diga a mi hijo una barbaridad si cuando corresponde le demuestra cariño".
Por eso, fue más importante la calidad que la cantidad en cada entrenamiento: "él nunca se entrenó más que los demás, sí con mayor intensidad. Cuando era pequeño entendí que había que darle importancia al entreno, pero que sea bueno e intenso. Cuando tenía 11, 12 años entrenaba cinco veces a la semana, dos horas y media de tenis y después la preparación física, pero no mucho más".
Otro mito que se encargó de derribar en estos últimos tiempos es que nunca le exigió a su pupilo que sea zurdo. Simplemente lo guió para que no juegue a dos manos tanto el drive como el revés. "Con sentido común le dije a Rafael `¿Cuántos top ten hay a dos manos? -Ninguno. No serás tú el primero, entonces´. Él era zurdo de pie y yo pensé que sería zurdo de mano. Al día de hoy no hace otra cosa con la izquierda, no tiene control con la zurda". Los casos en el último tiempo del holandés Raemon Sluiter, de la francesa Marion Bartoli o de la china Shuai Peng, casos de jugadores que emplean las dos manos para los golpes tanto de la derecha como desde la izquierda, no alcanzan para dejar de darle la razón.
Su esfuerzo para que su sobrino mantenga desde bien chico una mentalidad ganadora no deja de asombrar. Como cuando, luego de haberse consagrado campeón español Sub 12, consiguió el listado de los anteriores campeones para hacerle entender que sólo el 20% de ellos había sido un jugador de renombre. Imposible conformarse así: "el aspecto mental es fundamental. En deportes como el golf, el ajedrez, el fallo está muy penado. En cambio en el fútbol es otra historia, puedes hacer 3 fallos pero marcar un gol y ser un excelente jugador. Por eso me enfoqué en lo mental de Rafael. Y lo mental se entrena. Se entrena la mente tan fácilmente como el drive o el revés. Cuando le permites a un chico de 12 que tire un entrenamiento, probablemente a los 15 te tire un partido de competición. Rafael nunca se permitió un gesto de desánimo porque entendió que hay que luchar. No hay otra".
Ese mismo inconformismo fue inculcado para que Nadal siempre mantenga los pies sobre la tierra. Sorprende su simpleza y su educación que refleja hasta cuando le piden un autógrafo simplemente acercándole un papel, sin dirigirle una sola palabra. Le parecerá un mal educado pero nunca se niega. Al respecto, su tío indica: "cualquiera que se crea especial lo que tiene de especial es su cabeza, que no funciona muy bien. Mi sobrino juega bien al tenis delante de 20 mil personas, pero es un tipo normal. Toda persona que es correcta y tiene formación en cuanto a su educación es mucho más fácil que lo entienda. Rafa siempre se deja guiar. Tiene los amigos de siempre y los mismos problemas que todos, como cuando sus padres se separaron. La gente que triunfa y juega bien al tenis o al fútbol y pierde un poco el norte no me deja de sorprender. Ser un buen deportista está al alcance de mucha gente".
Getty ImagesRafael Nadal entrena bajo la mirada de Toni
Tampoco deja de asombrar lo extensa que se ha hecho la relación familiar y tenística, muy común en todas las partes del mundo hasta que el tenista deja el circuito juvenil y busca otros aires para intentar pegar el salto en el profesionalismo. Otro factor condicionante, ya en el circuito grande, suele ser el desgaste ante tantos hoteles, viajes y demás asuntos protocolares que hacen que el jugador cambie de entrenador asiduamente. Esto se acentúa entre los tenistas sudamericanos, que ante las distancias entre el hogar y la mayor parte de los destinos se ven imposibilitados de tener un respiro de su entrenador entre torneo y torneo, aun cuando la despedida se produce en primera ronda.
"Toda la vida he sido tío, pero cuando entro en la pista de tenis he procurado marcar la diferencia y sepa quién es el entrenador. No busco complicidad en este ámbito. En la pista somos una cosa y afuera, otra. Además, Rafa siempre fue un chico muy correcto desde siempre. Muy obediente. Entiendo la obediencia como buen síntoma de inteligencia y de dejarse guiar por gente que sabe un poco más de las cosas", afirma Toni quien, además no cobra un euro por su función tenística, sino por obtener el 50% de las ganancias que obtiene el negocio de muebles que hoy sigue bajo la supervisión de Sebastián. Este dato hace que no esté supeditado a lo que Rafael piense de él lo que podría condicionar su futuro laboral.
Su única gran pelea que se recuerda sucedió luego de vencer a Denis Istomin en la primera ronda del US Open 2010. Y mal no les hizo. Aquel torneo Rafael Nadal hizo lo que pocos: ganar el último torneo del Grand Slam que le faltaba.
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