LONDRES -- Bien lejos de Wimbledon y todo lo que representa en
tradición, historia y costumbres, el O2 Arena ofrece el show de luces y
música que podrían esperarse del otro lado del gran charco. El menú
incluye el micrófono abierto al juez de silla, en este caso Lars Graf,
y los detalles de las palabras de protocolo. "Recuerden la regla de los
25 segundos entre los puntos, sean claros con la mano cuando pidan el
challenge y como son cambios de lado televisados, no se paren antes de
tiempo. ¿Cara o ceca?".
David Ferrer ya estaba saltando,
como si la final de París todavía no hubiera finalizado. "Ahora
necesito descansar, vengo de muchos partidos seguidos", dijo el Nº 5
del mundo, que podría quitarle el 4º puesto a su amigo Rafa Nadal si
llega a la final del World Tour Finals. Se recuerda, por las dudas:
Ferrer, la bestia indoor de final de temporada, viene de ganar en
Valencia (torneo 500) y París (su primer Masters 1000). Por si le
faltara algo, en poco más de una semana vestirá la camiseta de
singlista Nº 1 español en la final de la Copa Davis.
Si
está cansado, no se advierte, el menos cuando podemos comprobarlo, en
la cancha y reuniones con la prensa (lugar donde no se pone a correr,
lógicamente, apenas debe trepar un escalón hacia el escritorio). "La
confianza por ahora es más fuerte que el agotamiento", aclara el de
Jávea, que le tomó la mano a Del Potro en los últimos 12 meses: cuatro
victorias sobre cuatro superficies distintas. Comenzó en la final de la
Copa Davis en Sevilla, partidazo a cinco sets en tierra; continuó en el
cemento de Miami, el césped de Wimbledon (ambos con comodidad) y ahora
tuvo el cuarto episodio en una superficie sintética, capas de pintura
acrílica sobre base de madera.
"Ferrer tiene una
intensidad muy alta. Debe ser de los que más intensamente juega junto
con Nadal. A todo el mundo le cuesta contra él. Siempre está bien
parado para las respuestas, ésa es la diferencia que marcó conmigo",
explicaba Del Potro.
En los últimos años, Ferrer se
transformó en un jugador más agresivo. "Hace un tiempo ya que asimilo
mejor las cosas", dice sobre los pataleos que tenía cuando las cosas no
salían, que su entrenador Javier Piles supo calmar (con tiempo, no fue
fácil). A los 30, el español muestra un drive mejorado, actitud
ofensiva para ir a cerrar en la red, y eso se agrega a lo que ya
conocíamos de él, la voluntad, velocidad y resistencia.
"Así
es el juego contra Ferrer: para ganar puntos siempre se necesita una
pelota más", explica Del Potro. "Tiene un juego que tácticamente me
cuesta, al ser tan rápido y sólido, por ahí cometo errores de más, pero
creo que es la forma de ganarle. Hay que buscar winners y pasarlo en
velocidad de pelota, sólo de esa manera se puede". Ferrer había tenido
tiempo de practicar el último domingo ante el polaco Jerzy Janowicz
cómo es eso de minimizar el daño que producen los misiles de saque y
derecha invertida.
En el duelo particular con Del Potro,
Ferrer sabe estacionarse sobre el lado de su revés para manejar el
punto con la derecha, con el conocimiento que el argentino no suele
arriegar con el revés paralelo: lo hace generalmente cuando "se enoja"
o está perdido (en el primero no tiró ninguno; hubo seis en el segundo
set y cinco en el tercero). El Nº 5 del mundo sabe combinar pelotas
pesadas de derecha al revés del argentino, con reveses cruzados, bien
bajos, que obligan a que su rival deba agacharse, perder precisión y
dejar bolas más cómodas para el otro. Contrariamente a lo que se puede
pensar, en el primer set es Ferrer quien manda, Del Potro quien debe
resistir.
En el segundo, bastó una desconcentración de
Ferrer para volver al partido. Del Potro comenzó a sacar mejor. Si en
el primer set recibía devoluciones de Ferrer a los pies (de hecho, una
la voleó desde el fondo, al estar unos centímetros adelantado), esta
vez comenzaba dominando el punto en sus games de saque. Ferrer
comenzaba a errar con la derecha y el argentino adquiría confianza
gracias al quiebre de ventaja.
El tercero fue una muestra
de esa confianza de la que hablaba Ferrer. Primero el 4-1 que no pudo
aprovechar porque a 'Delpo' se le ocurrió arrojar bombas y recuperar el
servicio. En el 5-4, con su rival al saque, se advirtió pese al juego
de luces en el O2: salió de la silla con determinación, miró a su
equipo de trabajo y asintió con la cabeza. Era el momento de salir a
buscarlo.
La derecha recuperó pimienta, se escuchó en sus
exclamaciones al impactar la bola. Ferrer logró el quiebre decisivo en
cero, por eso de que la confianza mata cansancio, y con el saludo del
final, un fan español pudo gritar: "¡Eres Del Potro, pero David es Del
Toro!".
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