Un personaje en el circuito: firmó, entró y volvió a perder
Particular historia la del italiano Enrico Becuzzi. ¿Edad? 40 años.
¿Ranking de single? No tiene. Y su mejor puesto fue el 1400° en 2003.
¿Ranking de dobles? 708°. Entonces, ¿qué hace este extravagante tenista
de pelo largo en el main draw del Challenger de Rio Quente? Simple. Sin
haber jugado la clasificación, estaba como alternativa al cuadro
principal, se generó un lugar en el MD y, al no haber firmantes caídos
en la previa, puso su apellido e ingresó. El destino lo ubicó frente a
frente al argentino Guido Andreozzi, segundo favorito del certamen. Y
claro, no hubo sorpresas. Doble 6-1.
Enrico Becuzzi, un personaje del circuito ATP |
Con respecto a
sus derrotas de la temporada pasada, apenas ganó un set. Y a su vez sumó
nueve 6-0 y diez 6-1 en contra. ¿Más? Por supuesto. En 2011 hilvanó
ocho derrotas en clasificación. Y en 2010, una, en su único partido.
Otra caída en 2008 y una más en 2005. Y otra en 2004. Y dos más en 2003.
Sí, con largos impasses, un récord de 1-35, contando Challengers,
Futures y clasificaciones. China, Colombia, San Marino, Ecuador,
Croacia, México, Italia, Estonia y Bulgaria fueron algunos destinos de
este busca en el circuito, amante del deporte blanco y que prefiere,
según sus palabras en una entrevista publicada en el sitio web Gran Tennis Toscana,
probar suerte en el plano internacional porque su objetivo es mejorar
el ranking ATP y no el italiano, ya que el circuito nacional no lo
motiva. Un personaje.
Y con un sueño por cumplir:
jugar un Masters 1000. Y estuvo excesivamente cerca. Sí, como lo lee. En
Shanghai 2012 se abrió la chance y, por sucesivas bajas, empezaron a
ingresar a la clasificación los alternativos. Hubo seis en total.
¿Becuzzi? Lo tuvo que mirar por TV. No llegó a tiempo con el visado y se
quedó con las ganas. No obstante, como viene su vida en el circuito
nadie se anima a decir que no tendrá revancha.
Días muy particulares vivió Anabel Medina Garrigues. Durante su semana
en Madrid, su marca de títulos sobre polvo de ladrillo (10, la más
ganadora de las jugadoras en actividad) fue validado como récord mundial
Guinness. En el torneo más importante de su país, además, la española
alcanzó los cuartos de final y se dio el lujo de robarle un set por 6-0 a
Serena Williams. Y el sábado, completando la curiosa parábola, ya
estaba en Roma, jugando la clasificación, y cediendo un parcial ante
Alexia Virgili, una tenista italiana de 26 años, sin ranking y cuyo
último torneo profesional (un ITF de 25 mil dólares) había tenido lugar
en agosto de 2012.
El fin justifica los medios pero esto ya es exagerar
Pero, sin dudas, la imagen más llamativa
de su semana se dio en el partido con la N°1. En un cambio de lado
durante el primer set, Medina le pidió a los ball boys que le acercaran
las "pelotas nuevas" que la umpire había anunciado, puesto que ya se
habían disputado los primeros siete games del partido. ¿El marcador? 4-3
para Serena, con la española al servicio. Sentada en su silla durante
el descanso, Medina tomó las pelotas y, una por una, comenzó a
"rasparlas" contra su raqueta, buscando desgastarlas, sacarles
velocidad. Ni Williams ni la jueza lo notaron. El juego siguió.
"Odié
los momentos en que tuve que sacar con pelotas nuevas. Para ella las
bolas corren más rápido, una tiene menos control", enmarcaba luego ante
la prensa, sin hacer énfasis en la curiosa "maniobra". En efecto, ese
octavo game fue quiebre de Serena, que luego sacó para set. Pero Medina
habló de "momentos", en plural. ¿El otro? 5-5 en el tercer parcial,
cuando la chance de dar el batacazo estaba latente. Una vez más, el "new
balls" retumbó en el estadio. La N°1 quebró a la española y volvió a
cerrar la historia con su servicio.
Tomic vs. Tomic
"Bernard es un rehén y ha desarrollado el síndrome de Estocolmo", sentenció Thomas Drouet |
Incontables líneas se han dedicado a la vida extradeportiva de Bernard Tomic. El australiano, de innegable talento y todavía con el rótulo de "promesa" sobre sus hombros, ha tenido ya problemas con la policía, con el equipo de Copa Davis,
con periodistas. Se lo ha acusado de "tirar" partidos, de jugar sin
ganas. Él mismo reconocía, en el último Masters 1000 de Shanghai, con
cierta rebeldía adolescente, haber dado "solo el 85%" en su debut ante
Florian Mayer. En el medio de todas sus "travesuras", asomaba otra
figura controversial: John Tomic, su padre. Aquel a quien el propio
jugador pidió sacar de la cancha en un partido de Miami 2012 ("Sé que es
mi padre, pero me está molestando", revelaba). Y el mismo que por estos
días recibe la condena de todo el ambiente tenístico después de haber golpeado al francés Thomas Drouet, compañero de prácticas de su hijo.
Luego del incidente, Drouet habló con el diario L'Equipe,
catalogó a Tomic como "una víctima de su padre" y confesó que esa
semana John también le había pegado a su propio hijo durante un
entrenamiento. "Bernard le recriminaba que estaba cansado de escuchar
sus idioteces. Yo no me metí en la discusión. John le pegó un puñetazo
en la cara. Bernard se lastimó la boca y los dientes. Su sangre goteaba
hacia la cancha... ", describió. "Bernard es un rehén y ha desarrollado
el síndrome de Estocolmo", ilustró.
Además, contó
que el propio tenista lo fue a visitar a la clínica, luego de la
agresión de John. "Lo siento. Fue demasiado lejos. Se terminó. No quiero
que venga más a los torneos", cita Drouet que le dijo Tomic. Por lo
pronto, la ATP advirtió que no habilitará su credencial para los torneos
que organice mientras se investigue lo ocurrido; medida que también
respaldó la ITF, de cara a Roland Garros. A todo esto, John insiste con
que su reacción ante Drouet fue "en defensa propia". ¿Cómo terminará la
historia?
La furia de Azarenka
No fue el regreso esperado para Victoria Azarenka. Tras dos meses de
ausencia, la bielorrusa se despidió de Madrid en segunda ronda, en la
que además fue su primera derrota de 2013, al margen de los abandonos en
Brisbane e Indian Wells. Por eso su adiós también incluyó lógicas
escenas de impotencia y rabia manifiesta. El epicentro se dio en el
tercer set, con Ekaterina Makarova sacando 3-3. Tras el primer punto del
game y una mala devolución, la ex N°1 del mundo estrelló su raqueta
contra el piso y se fue mascullando bronca a su silla. Hecho el cambio,
Azarenka volvió a su sector y se ubicó para el siguiente punto en el
lado de la ventaja, pero notó que su rival no hacía lo mismo.
Desorientada,
la bielorrusa miró a la umpire Mariana Alves y recibió la explicación:
"Es 30-0, Victoria. Tienes un punto de penalización". "¿Un punto? ¿Sin
advertencia primero", protestó la jugadora. "Ya tuviste una, cuando
dijiste una mala palabra de cara al público", siguió la jueza.
Suficiente para sacar de su eje a Vika: "No dije nada, ¿de qué
estás hablando? ¿Esto es en serio? ¿Qué dije, a ver? Tiene que ser una
broma...". Y, ante el silencio de Alves, remató: "¿Cómo puede ser que
sigas en esa silla después de todo lo que has hecho? ¿Cómo puede ser?".
Tras
el partido, Azarenka quiso bajarle el tono a la polémica: "Simplemente
sentí que había sido un fallo raro porque no tenía idea de la
advertencia. Por eso fue que rompí la raqueta. La penalización me tomó
de sorpresa. Pero está bien, fue mi culpa". "¿Diste a entender que ella
ya tenía cierta historia. Crees que no debería ser umpire?", le
preguntaron. "Oh, no, nunca haría una afirmación de ese tipo. Jamás
podría juzgar qué debe hacer o dejar de hacer una persona. Son solo las
emociones del momento", cerró la bielorrusa, que esta semana en Roma
tendrá la chance de volver a ser noticia simplemente por su tenis.
La temporada de césped ya empezó
A días de Roland Garros, la parte más intensa de
la temporada sobre pasto ya empezó
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Uno
de los que aprovechan cada ocasión es Benjamin Becker. El alemán,
famoso por derrotar a Andre Agassi en su último partido oficial, ganó 13
juegos sobre césped en 2012, uno más que Andy Murray y cifra solo
superada por Roger Federer. Pero, claro, en otro nivel: en semanas
consecutivas el teutón ganó el segundo de los dos Challengers que se
organizan en Nottingham sobre esta superficie, perdió en el debut del
ATP de Halle, ganó dos partidos en la qualy de s'Hertogenbosch y venció a
James Blake en Wimbledon, nada menos. Desde allí, viajó a Newport para
atravesar la clasificación del ATP que alberga el Salón de la Fama y
caer recién en cuartos de final. Así culminó su temporada sobre pasto
donde ganó el 30% de los partidos de su año. Entre las mujeres, la
australiana Monique Adamczak ganó en 2012 18 partidos sobre hierba,
cinco más que Serena Williams. Aunque el nivel de los torneos nunca le
alcanzó para meterse entre las 130 mejores, aprovechó al máximo la
tradición del país del canguro para tener una buena temporada.
Este
año, la temporada de césped ya llegó hace rato y, desde la última
semana, arrancó su parte más fuerte. Sí, mientras el planeta tenis se
prepara para Roland Garros, la hierba también gana protagonismo. En este
caso, se trató del torneo femenino de Fukuoka, en Japón, un ITF de 50
mil dólares que ganó la tunecina Ons Jabeur y que dará comienzo a varias
semanas ininterrumpidas de eventos sobre pasto. Y no es casualidad que
Japón tome la posta: el país asiático es el que más apostó a esta
superficie entre las chicas, con seis torneos, bastante más que el país
creador del "lawn tennis", Gran Bretaña, que apenas organiza dos bajo
esta superficie en el primer escalón del profesionalismo femenino.
Entre los varones, Gran Bretaña sí es el que más organiza. Además de los elitistas torneos de Queen's, Eastbourne y Wimbledon, este año tienen en mente los dos Challengers de Nottingham y, ya en julio, tres Futures de 10 mil dólares en premios, empezando el último en la segunda semana del torneo más tradicional del mundo, ya cuando los más humildes dejaron todos sus esfuerzos en la soñada clasificación a la Catedral.
Se sacó un diez
Una joven de 17 años se pone a hacer tarea de matemáticas, pero al rato recibe un mensaje de texto y deja el estudio para ir a jugar al tenis. La escena podría ser el inicio de un reproche paternal, una crítica a la falta de concentración o cierta irresponsabilidad adolescente. Claro que el panorama cambia cuando la joven es Madison Keys, el mensaje de texto es para anunciarle que había entrado al cuadro principal de un Premier Mandatory como lucky loser y el resultado la muestra victoriosa ante la N°5 del mundo...
Sí, la promisoria tenista
estadounidense, hoy ubicada en el puesto 60 del ranking mundial, estaba
haciendo ejercicios de Álgebra mientras se desarrollaba la jornada
inaugural de Madrid, hasta que llegó la buena noticia. "No pensé que
entraría, así que me senté y esperé todo el día. En un momento me puse a
hacer la tarea de matemáticas. Después, 10 minutos antes del partido,
me avisan que había entrado, que estuviera lista", contó Keys. "Me ayudó
saber que no jugaría. Hizo que no pensara demasiado en eso. Después,
claro, vino toda la adrenalina". De calcular derivadas e integrales, a
conseguir su primera victoria ante una Top 10. Nada mal.
Se dice, y a ciencia cierta lo es, que el tenis es un deporte con mucha
influencia psicológica. La falta de confianza, las rachas negativas -las
positivas también- y los antecedentes, sin dudas, dejan huellas cada
vez que comienza la acción sobre las canchas. Y si no que lo desmienta
el bueno de Robin Haase. Sí, porque el holandés, en el Masters 1000 de
Madrid, mostró una vez más su piedra en un zapato: los tie-breaks. El
actual 67° del mundo dejó nuevamente tres muerte súbitas en el camino
(fue eliminado por Tsonga por un doble 7-6) y extendió su magra racha a
17 en fila. Récord en el circuito. Y en el año va 0-7, con un total de
27-56.
En el partido ante el francés, el último
en su cuenta, se pudieron apreciar dos reacciones de Haase. El primer
tie-break, tras ir 3-0 arriba, se le fue de las manos y toda su
impotencia fue descargada en su raqueta, con certeros golpes en el polvo
de ladrillo que, por supuesto, desencadenaron en quebradura. El
segundo, resignación. Ni un gesto de fastidio, como sabiendo cómo iba a
terminar la historia.
Es que el holandés no gana un
tie-break desde enero de 2012, en Zagreb, ante el alemán Bachinger. Ni
siquiera se salvó en el segundo título de su carrera, en Kitzbuhel 2012,
cuando en la final dejó uno en el camino ante el germano Kohlschreiber.
Pero la estadística, vale decir, cuenta con un asterisco: la racha
excluye partidos de clasificación y Challenger. Igualmente, a no
levantar la voz: en ese caso serían 16 seguidos; y también sería récord.
El porque se rompió la raqueta, el resumen de aquel partido.
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