Las condiciones
climáticas que se viven en Melbourne Park, donde ayer se experimentó una punta
de 41,5 grados a las 14:00 horas (luego, las temperaturas bajaron), han abierto
la Caja de Pandora y de la controversia. “En Miami se entrena y se juega con
humedad superior. Pongamos, a 32 grados de temperatura: eso es soportable, pero
no tiene nada que ver con lo que pasa aquí en Melbourne. Hay un salto: cuando
juegas a más de 40 grados, como estos días, te hierve la planta de los pies y
la piel se abrasa”. Aquí, literalmente, Andy dijo: “Skin is burning”. Se puede
traducir como ‘abrasar’ o ‘quemar’, incluso ‘arder’.
El francés Tsonga, por
su parte, observa que las suelas de las zapatillas de caucho “se reblandecen
con el calor y el juego se hace peligroso”.
Bajo riesgo. Sin embargo, la
organización rebaja el presunto drama. “El tenis es un deporte de relativo bajo
riesgo cuando se mira al fútbol, al fútbol australiano y ciertas pruebas de
atletismo como los 5.000 y 10.000 metros: se puede ver cómo estas pruebas se
disputan a menudo en horas nocturnas”, explicó a AS el doctor Tim Wood, jefe de
los servicios médicos del Abierto de Australia. Wood agregó: “Los tenistas
tienen toda la opción para aclimatarse en estos días, porque el cuerpo pone en
marcha sus medidas para lidiar con el calor. En todo caso, los jugadores se
aclimatarán cuando jueguen con este calor. Aunque sientan muy calientes los
tobillos e incluso los pies a través de las zapatillas, que están en contacto
con la pista, eso no añade una carga extra de calor o un estrés térmico. Es
mucho más probable tener problemas en una carrera de 10.000 metros que en un
partido de tenis, donde el tiempo real de juego resulta relativamente pequeño”.
El debate o incendio aún arderá más: en Melbourne se siguen pronosticando
máximas de 40 grados… hasta el sábado.
Díganselo a Maria...
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